El diario-blog de alguien que dará un giro a su vida, y que, si no le gusta ése giro, dará otro, y otro más... Cuantos sean necesarios hasta encontrar su vida ideal tantos años soñada. Segúramente se parezca demasiado a cualquiera de nosotros, pero la vida es así... http://capitansogul.blogspot.com/

miércoles, 30 de diciembre de 2009

46. Entrevista

Entro con paso decidido, o al menos eso intento aparentar. En cuanto me adapto a la penumbra de la tienda, tenuemente iluminada con faroles (de llama), me encuentro con una mesa y un pequeño hombrecillo escribiendo ¡¿Con un punzon?! Sobre lo que parece ser una tabla de madera. Si es que aún no me acostumbro. Coño, que no es un sueño Gonzalo!. Me mira, como diciendo, "Te he visto, espera", continuando con su labor. Miro alrededor, y la tienda parece ser bastante amplia, aunque para mi gusto algo recargada. Tiene Pieles por las paredes y el suelo, un par de alto jarrones, y varias alfombras tan sucias que no permiten distinguir sus dibujos (si los hay). Parece estar dividida, pues la zona en la que me encuentro debe ser una especie de recibidor. Echo un ojo a lo que está haciendo el hombrecillo, y al fijarme, veo que sobre la madera hay una fina capa de algo como sebo o cera, sobre lo que escribe, diría que con claridad, pero no entiendo "ni papa". Parece que escribe cuentas, aunque vete a saber!.
Oigo pasos amortiguados, y por detrás del hombrecillo, un soldado ancho, y con cara de mala hostia abre otra cortina invitándome a entrar. A mi espalda, la cortina de entrada está echada, y noto que los soldados que vigilaban la entrada a la tienda, vigilan ahora la salida… Será que me vuelve la paranoia… Cuando entro a la nueva sala, ésta ya parece ocupar toda la dimensión de la tienda, veo a un par de hombres sobre una mesa, mirando lo que parece ser un mapa donde priman los colores marrones. Ni me miran. Hablan entre ellos con voces graves y en un tono discreto, por lo que no entiendo nada… Como si supiera lo que hablan!... Al cabo de un buen rato, uno de ellos hace un gesto, y a mi espalda noto como me empuja hacia adelante el soldado "MalaHostia". Cuando doy un par de pasos hacia la mesa. Me sujeta del cuello… Firme, pero sin hacer daño. Me detengo.
Ambos dejan de mirar el mapa y me miran con curiosidad, tanta curiosidad como cuando en el Zoo ves a un animal raro, sólo les falta tirarme cacahuetes a ver qué hago. Después de su escrutinio, el que parece más joven se acerca un poco, pero mantiene la distancia. Por mi parte, noto el aliento del soldado a mi espalda, y lo más preocupante, una especie de vibración contenida… Da miedo tener al bicho este a la espalda. Es como tener a un Mihura, rascando el suelo, a cinco centímetros de mi espalda, con lla cuerda que lo sujeta vibrando por la tensión… Me mantengo lo más inmóvil que puedo, y pareciendo lo más inofensivo que puedo. De repente, se hacen a un lado y me muestran una cama, donde debajo de varias capas de mantas, puedo reconocer a Cuinto, mi compañero de cautiverio con una especie de tela que le cubre la parte hinchada de la cara… Pobre, está hecho polvo.

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