El diario-blog de alguien que dará un giro a su vida, y que, si no le gusta ése giro, dará otro, y otro más... Cuantos sean necesarios hasta encontrar su vida ideal tantos años soñada. Segúramente se parezca demasiado a cualquiera de nosotros, pero la vida es así... http://capitansogul.blogspot.com/

miércoles, 29 de julio de 2009

22. Voces

Llevo desde que dejé atrás los cadáveres andando como en una nube, en una bruma, veo el paisaje pasar y sé que avanzo, pero avanzo como un zombi, lo veo todo borroso, no tengo claro hacia donde voy, si me he salido del camino… O qué. Sólo sé seguro que no tengo ganas de comer ni de beber, tengo un nudo en el estómago. Me paro, agotado y compungido. Demasiadas emociones para un día. Tengo que volver a despertar, tengo que activarme, si no quiero que me pase lo mismo que… No tengo agua con la que aclararme, pero tengo que activarme de nuevo. Me paro bajo una sombra y comienzo a analizar mi entorno, dónde estoy, la hora que debe ser… Poco a poco recupero la conciencia de donde estoy. Sigo en el sendero, pero ahora es bastante más ancho, de unos dos metros más o menos, pero he salido del desfiladero, y vuelvo a estar rodeado de árboles. La tarde está cediéndole el paso a la noche. Me tengo que poner en marcha de nuevo, y sobre todo buscar agua. Si todo sigue como ayer, el río, debería encontrarse a mi derecha, paralelo al camino, por lo que si salgo de él perpendicularmente, me lo acabaré encontrando. Sólo espero que aún quede algo de luz para encontrarlo. Me interno entre los árboles y arbustos, avanzando con mucho cuidado, que ya me la he jugado bastante no poniendo atención en lo que hacía. Me paro a menudo tratando de escuchar el fluir del agua. En una de ésas en las que estoy parado tratando de escuchar el agua, me quedo helado. ¡He escuchado voces!. Pongo más atención por si es un espejismo provocado por la sed y el hambre. Efectivamente, son voces. Me recorre un escalofrío por la espalda… ¿Y si son los mismos que hicieron lo del desfiladero?. Voy a esperar a que la negrura de la noche lo envuelva todo, y cuando esté adaptado a la oscuridad, avanzaré lentamente hasta las voces.
Una vez me he adaptado a la tenue luz de la luna que se cuela por entre las ramas de los árboles, me paro a escuchar. Han bajado la voz hasta susurros apenas audibles. Tengo que esforzarme por escucharles, ignorando otros sonidos característicos de la noche en el bosque: grillos, zumbidos, algún aullido lejano, algún aleteo ocasional… Cuando llevo un buen rato avanzando en su dirección, les pierdo. ¡Han dejado de hablar!. ¡Me cago en todo, joder!. Parado, me fuerzo a escuchar en la dirección que llevaba, y en ese momento, rompiendo el silencio, puedo escuchar claramente unos golpes sordos, como que estuvieran clavando algo. Después de este ruido no oigo nada, pero la suerte, parece estar conmigo esta noche, pues veo un leve destello de luz… ¡Fuego!. ¡Han encendido fuego!. Estoy acojonado, pero debo vencer el miedo y seguir avanzando hacia la luz, eso sí, con un cuidado extremo. Tengo mucha hambre y sed. Tengo que llegar hasta ellos, pero debo hacerlo en silencio, pues no confío nada en su “hospitalidad”, y no quiero acabar decapitado.

1 comentario:

Cuéntame que opinas...