El diario-blog de alguien que dará un giro a su vida, y que, si no le gusta ése giro, dará otro, y otro más... Cuantos sean necesarios hasta encontrar su vida ideal tantos años soñada. Segúramente se parezca demasiado a cualquiera de nosotros, pero la vida es así... http://capitansogul.blogspot.com/

miércoles, 9 de septiembre de 2009

35. Jinetes en formación

Llevo un buen rato apoyado detrás una piedra, mirando la moneda, oculto del campamento. El Sol está en lo alto del cielo, por lo que debe ser mediodía. He estado pensando en todo esto. Y no llego a entenderlo. He recordado muchas películas y series, que no volveré a ver, en las que sucedía algo parecido a esto, pero son ficción. No me entra en la cabeza. Y tratar de darle una explicación lógica, también es imposible. Si muero, ¿Me despertaré en mi casa?. No me apetece comprobarlo, la verdad, y esto no es un sueño; el picor de las piernas se encarga de recordármelo.
¿Qué hago?. Casi no tengo comida y me queda poco agua. Si esto es un campamento romano, me imagino que no estoy en Italia. He visto muchas películas para saber que no sería buena idea acercarme al campamento a mendigar. Lo mejor que puedo hacer es alejarme. Los legionarios son, al fin y al cabo, soldados, por lo que recuerdo muy disciplinados, pero soldados al fin y al cabo.
Me sacan de mis pensamientos sonidos de revuelo, y gritos secos, me imagino que órdenes, y sonidos de trompeta. Secos, de diferente intensidad y duración. No son música precisamente.
Con cuidado me asomo, y veo que han cerrado las puertas. Los dos soldados que hacían guardia, no se ven, espera!, si les veo, están en las torres de la puerta y uno de ellos señala al frente. Instintivamente me vuelvo a agachar como un idiota, pero no señala en mi dirección, por lo que vuelvo a mirar. Señala algún punto frente a la puerta, que desde mi posición, no alcanzo a ver. Los ruidos dentro del campamento han decrecido, y sólo se oyen los gritos secos. De repente, a la voz de un grito, se abren las puertas. Aparecen ante mi vista jinetes, jinetes romanos. Un grupo de unos diez jinetes. A todos les brillan los cascos, y las partes metálicas de la armadura. En el centro de la formación, uno de los soldados lleva una capa y un penacho rojo oscuro, justo detrás destaca otro por su tamaño que porta un estandarte con adornos de metal, tan brillantes como el resto de metales. Todos parecen llevar espada, y en la mano lanzas. Avanzan sin prisa, con cierta parsimonia.
Les sigo con la vista hasta que desaparecen. Las puertas del campamento continúan abiertas.
Podría entrar si me acerco por un lateral, ahora que todos miran hacia delante, pero seguro que es muy peligroso. Y ahí dentro, ¿Qué me encontraré?, cientos, miles de soldados… No. Mejor espero a que los jinetes vuelvan o a que cierren las puertas. Entonces sí, podré volverme a poner en marcha tratando de seguir el camino.
De repente, de la dirección por la que se han ido los jinetes, oigo voces, como discutiendo, instantes después sonidos metálicos, seguidos del retumbar que ya conozco de los cascos de caballo. En la muralla, también veo como aparecen muchísimas formas, muchas con cascos brillantes con arcos y flechas, y otros de casco menos brillante con hondas!. Empiezo a oír los cascos muy cerca, y veo en las puertas a varios soldados haciendo gestos impacientes invitándoles a entrar. Como balas, entran varios jinetes, primero el de la capa, el resto detrás. Cuento dos caballos que regresan solos. Rápidamente cierran las puertas.
Oigo más cascos, y de repente dejo de oirlos. Se han parado en el límite de mi visión. Los arqueros y honderos están preparados. Se oyen más gritos en el campamento, y desde el campo, frente a la puerta, el rugido de cientos de voces, inhumanas y salvajes, acompañadas de ruidos metálicos.
¡Estoy en medio de una puta guerra!.

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