El diario-blog de alguien que dará un giro a su vida, y que, si no le gusta ése giro, dará otro, y otro más... Cuantos sean necesarios hasta encontrar su vida ideal tantos años soñada. Segúramente se parezca demasiado a cualquiera de nosotros, pero la vida es así... http://capitansogul.blogspot.com/

lunes, 20 de julio de 2009

10. El bulbo

No sé cuánto más habré avanzado, pero mi camino se ha ido poblando de muchos más árboles, por lo que ahora es bastante más difícil seguir mi camino paralelo al río. He seguido intentándolo hasta que ya es casi imposible las ramas bajas, las raíces y los arbustos me cierran el paso continuamente, para colmo, entre tanto árbol y con el ruido del río, las ramas y los pájaros, sería bastante fácil que, si alguien pasara cerca de donde estoy, ni le oiga ni le vea, así que no me queda otra opción que apartarme del río. Aún así, seguiré intentando mantener la misma dirección que llevaba hasta ahora, y el río a una distancia suficiente como para seguir teniéndolo localizado. Para no complicarme, ni desorientarme demasiado, me muevo perpendicularmente al río, hasta encontrar una vía más despejada. Me alejo lo suficiente como para que aunque esto siga siendo espeso, por lo menos pueda seguir avanzando. Me pregunto cuánto me habré adentrado en este bosque, y dónde coño estaré.
Me está volviendo el hambre, voy a buscar algún arbusto o planta baja como el de ayer, "lechuguero", o a intentar cazar algo (si, claro...). Empiezo a andar con mucho cuidado poniendo toda mi atención en cualquier leve movimiento, con el palo en ristre, listo para dar un golpetazo a cualquier bicho descuidado que se ponga a mi alcance. Avanzando a este ritmo puedo fijarme en todo, y veo movimiento de pájaros en un árbol un poco más adelante. Me acerco con cuidado, y veo pájaros picoteando unos frutos del árbol. Al igual que con el conejo, si ellos pueden comer, yo puedo comer. Fijándome en detalle, mas que un árbol, parece un arbusto hipertrofiado, con un tronco grueso y grisáceo, de hojas más anchas de lo normal (lo normal para mí, claro) y de cuyas "flores" verdes, cuelga el fruto del que picotean las aves: Es una especie de bulbo verde oscuro, casi marrón. Al acercarme, y tocarlo, veo que parece que está duro, firme. Lo abro con las dos manos, y por dentro tiene una piel carnosa entre blanca y amarillenta, tirando a naranja hacia el centro. Lo huelo, bastante receloso de su aspecto, y no está mal, huele a dulce!. Lo tiento con un tímido mordisco, y tiene un sabor aceptable, sabe dulce pero con un regusto amargo. Es como cuando comes piña en almíbar, que aúna lo dulce del almíbar con el toque ácido de la piña, pero sin el sabor a piña, claro. Comparado con la "lechuga" esto está buenísimo. Así que voy a comer cuantos pueda… Aunque ahora que me fijo, hay muchos frutos picoteados y con bichos... Cojo todos los que están sin intrusos, ni dañados. Me lleva algo de tiempo, pero consigo dejar el grupo de árboles casi del todo “ordeñados”, dejando sólo los frutos que están peor. He debido recolectar unos veinte más o menos. Me voy al río a dar buena cuenta de ellos, para lavarlos y beber agua. Una vez allí, devoro de los que están más blandos, y me reservo unos pocos, los que están algo más duros. Los guardo en la capucha (que no estoy usando debido a la sombra que proporciona este bosque), a la que hago un nudo para que no se caigan y regreso hasta el árbol para seguir mi camino. Nunca me había dado cuenta de estas cosas, los frutos, los animales... Si lo piensas tiene bastante lógica, ellos saben dónde alimentarse, yo no, así que, si les imito, podré subsistir al menos hasta encontrar a alguien y salir de aquí. Retomando mi caminar, por fin me doy con lo que debe ser un camino para animales, una senda estrecha de tierra, sin duda erosionada por el paso de pezuñas, que ha aparecido desde el río, y lleva mi dirección. Esto cada vez pinta mejor!.

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