El diario-blog de alguien que dará un giro a su vida, y que, si no le gusta ése giro, dará otro, y otro más... Cuantos sean necesarios hasta encontrar su vida ideal tantos años soñada. Segúramente se parezca demasiado a cualquiera de nosotros, pero la vida es así... http://capitansogul.blogspot.com/

viernes, 24 de julio de 2009

18. Sonidos

Me despierto con dolor de espalda, y las piernas colgando, de ahí el dolor. Me incorporo abriendo los ojos, y está amaneciendo. He debido dormir unas buenas diez horas o así. Me siento dolorido por la postura, pero descansado. Intento estirar la espalda ahí, arriba, pero no es buena idea. Me bajo y estiro la espalda. Me siento bien, hambriento, pero bien. Por lo que me pongo en marcha para asearme y continuar mi camino siguiendo las huellas de los cascos. No me complico en ponerme a buscar comida, una vez aseado y bebido, sigo mi camino. Hoy todo pinta de mejor color, lo noto, hasta se ve el cielo más despejado, se ven más pájaros. Vaya, entonces parece que el bosque empieza a clarear y a ser menos denso, pero el camino se sigue perdiendo entre los árboles más adelante, por lo que sigo con la sombra asegurada. De repente una ráfaga de viento trae hasta mis oídos sonidos de civilización. ¡Sí!, ¡Lo he conseguido!, cerca de aquí, tiene que haber algún pueblo o ciudad, porque el viento me trae entrecortados ruidos de actividades humanas, no sé como describirlos, pero unas veces suenan como muchas voces gritado, y otras como metal. Me da que debe ser algún mercado, o alguna obra. Mientras argumento teorías sobre el origen del ruido, me parece escuchar… música!. Me llegan notas de trompeta, seguro que el pueblo está de fiesta y la banda del pueblo está probando el audio. De repente el viento cambia de sentido, y dejo de escuchar nada, por mucho que lo intento. Bueno, qué más da, si voy en la dirección correcta. Me pongo a pensar el las fiestas de los pueblos: Mucha comida, mucha bebida y Paquito el Chocolatero… No puedo evitar sonreír al pensar en las fiestas de los pueblos.
Me da la sensación de que avanzo más deprisa, hasta que de repente, tropiezo con algo y me caigo al suelo. Cuando me incorporo y descubro lo que es, veo que es un trozo de madera atravesado entre dos piedras y camuflado por la hierba baja. Lo desencajo y lo observo con curiosidad. No es cualquier palo, es un palo creado por manos humanas. Parece un palo recto, de cómo metro y medio, con un perfil circular en casi toda su longitud, que según se acerca a uno de los extremos se torna cuadrada y algo más grueso. Seguramente sea el mango de algún tipo de herramienta, pues en la sección cuadrada tiene como dos agujeros de clavos o tornillos, y la marca de haber tenido algo metálico sujeto a esos agujeros. Deshecho mi viejo palo, y me quedo con éste que parece mucho más sólido.
Según avanzo, los sonidos que se oían, cada vez me llegan más entrecortados, hasta que al final, dejan de llegarme. Sigo mi camino en dirección del sonido, la misma que llevo, por lo que no creo que pueda equivocarme. Estoy muy hambriento. Llevo cuatro días comiendo “pipas” y hoy, todavía, no he comido nada. Cada vez hacho más cosas en falta, y el imaginar tan cerca el regreso a casa las hace muy cercanas, mi novia, mis amigos, mi taekwondo, mi nevera llena, mi trabajo de mierda… Todo lo que tenía. Si llego a saber esto, ni me planteo siquiera un cambio de peinado. Porque visto lo visto, siempre se puede empeorar, y siempre hay un sótano en el que caer más bajo. El hambre retuerce mi estómago, por lo que no me queda más opción que buscar algo que comer. Intento no desviarme demasiado del camino, mientras pienso en ése pueblo que me espera aún de resaca por las fiestas…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuéntame que opinas...